Comunicacion
"¿Qué le enseñarías a tu hijo para prepararlo para el éxito en la vida?" le preguntó Steven Bartlett a Morgan Housel, autor de La psicología del dinero, en una reciente entrevista de The Diary of a CEO Podcast. Y él lo tiene claro: “Aprender a comunicarse. Aprender a llevarte bien con quienes no piensan como vos”.
Housel afirmó que las dos habilidades más subestimadas pero más valiosas para prosperar son la comunicación efectiva y la capacidad de convivir con personas de ideas distintas. No se trata de títulos o conocimientos técnicos, sino de habilidades humanas que trascienden el tiempo.
Esta idea resuena con algo que muchas veces pasamos por alto: nuestro éxito –tanto profesional como personal– depende en gran medida de cómo nos relacionamos y conectamos con los demás.
No es casualidad que estudios clásicos ya lo indicaran. Un reporte de la Fundación Carnegie concluyó que 85% del éxito en el trabajo proviene de habilidades interpersonales, y solo un 15% depende de conocimientos técnicos. Saber expresarse con claridad, escuchar y colaborar influye más en tu crecimiento laboral que cualquier certificación técnica.
La comunicación humana es el puente que convierte ideas en realidades compartidas, que inspira a un equipo y consolida una amistad. Los pensadores antiguos entendían bien este poder. Por ejemplo, el Emperador Marco Aurelio escribió que “los hombres existen los unos para los otros” – es decir, el hombre más poderoso del mundo reconoció nuestra interdependencia para vivir una buena vida.
El éxito y la armonía social dependen de nuestra capacidad de comunicarnos y cooperar. Sin embargo, comunicar no siempre es sencillo. Si la comunicación es tan crucial, podemos preguntarnos: ¿por qué a veces nos cuesta tanto entendernos?
Cuando hablar no es lo mismo que comunicar
Hablar es algo que hacemos a diario, pero comunicar va más allá de emitir palabras. El lenguaje humano es hermoso e imperfecto a la vez. Desde que nuestros ancestros lanzaron sus primeros gruñidos, los malentendidos forman parte de la vida cotidiana. Hoy, a pesar de vivir hiperconectados por tecnología, enfrentamos una paradoja: estamos más conectados que nunca, pero parece nos alejamos más de la comprensión mutua. Tenemos mil canales para conversar, y aun así, ¿cuántas veces sentís que no te entienden?
La imperfección del lenguaje sumada a la prisa moderna crea el escenario justo para los malos entendidos. En ausencia de contexto emocional, llenamos los vacíos con suposiciones. Un texto seco de tu colega puede sonar como un ataque cuando quizá no lo es. A un email le falta el “elemento humano” – esas entonaciones y lenguaje corporal que completan el significado – y por eso es tan fácil malinterpretar y generar tensiones sin querer.
Esta brecha entre lo que decimos y lo que la otra persona entiende no solo ocurre en el trabajo. En la vida personal, la comunicación deficiente erosiona relaciones. Seguramente conocés parejas o amistades que se rompieron por “falta de comunicación”. Las palabras pueden ser puentes o muros: un comentario mal elegido, un silencio prolongado, y se levantan murallas de resentimiento.
Vivimos, además, en tiempos de polarización. Las redes sociales a menudo se convierten en campos de batalla de opiniones, donde en vez de dialogar parece que gritamos para imponer nuestras ideas. ¿El resultado? Nos aislamos en burbujas, incomunicados con quienes piensan distinto. Sin empatía ni escucha, el lenguaje se usa para dividir, juzgar y señalar. Como sociedad, cuando perdemos la capacidad de llegar a acuerdos, el futuro no parece prometedor.
El fundador de la escuela Estoica, Zenón de Citio, dijo: “Tenemos dos orejas y una boca para escuchar el doble de lo que hablamos”. Esta máxima nos recuerda que la mayor parte de nuestros malentendidos proviene de no prestar atención genuina. Escuchar genuinamente es un arte en extinción. Sin embargo, cuando alguien siente que realmente lo escuchás, baja sus defensas y así es como empieza la verdadera comunicación.
La empatía como camino
La comunicación humana no es solo intercambiar información; es conectar genuinamente con los otros. La reconocida psicoterapeuta Esther Perel sugiere que el crecimiento personal moderno se ha vuelto demasiado egocéntrico, cuando en realidad deberíamos medir nuestro progreso en la calidad de nuestras relaciones. ¿De qué vale “trabajarnos” a nosotros mismos si terminamos aislados en una torre de autoestima, incapaces de convivir? Perel advierte que es más fácil huir o ignorar al otro que enfrentar una conversación incómoda. Pero evitar comunicarnos con honestidad tiene consecuencias: dejamos atrás corazones heridos y lecciones no aprendidas.
Ella nos invita a “regresar a la responsabilidad relacional”, a ser valientes y concluir las conversaciones pendientes con integridad y respeto. Al final del día, somos seres sociales: nuestra felicidad y realización dependen de lazos genuinos, no del número de “me gusta” ni de logros individuales alimentados por el ego.
Para crecer en sabiduría y relaciones, hay que dominar el equilibrio entre expresarnos y callar para escuchar. Quien habla sin parar, imponiendo su discurso, no solo falta el respeto al otro, sino que se pierde la oportunidad de aprender algo nuevo. Al callar en el momento oportuno mostrás empatía y aprendés perspectivas que quizás ni imaginabas.
Cultivar la empatía –honrar la individualidad del otro– es la llave para trascender la imperfección del lenguaje. Cuando comunicamos con empatía, nuestras palabras buscan construir puentes y no ganarle al otro. En lugar de escuchar para responder, escuchamos para entender. Así, incluso si no coincidimos, la otra persona se siente vista y respetada. Allí es donde puede florecer un diálogo genuino a pesar de las diferencias. Así es como podemos construir acuerdos que beneficien a todas las partes involucradas.
La comunicación en mi vida
Quiero compartirte algo personal: en mis veintes, yo mismo sufrí las consecuencias de una mala comunicación. Tenía grandes ambiciones profesionales y ganas de “comerme el mundo”, pero en mis relaciones todo era puros malentendidos y evitar el conflicto.
Había mucha falta de escucha, ignorancia y miedo a ser vulnerable. Con amigos y familia también notaba que me quedaba corto: conversaciones superficiales, silencios incómodos, o resentimientos. En el fondo, me sentía solo y desconectado, a pesar de estar rodeado de gente.
No sabía comunicarme. Me di cuenta de que muchas veces en las conversaciones yo estaba presente solo de cuerpo; mi mente andaba en mil cosas, en lugar de atender al ser humano frente a mí. No tenía presencia ni empatía. Además, cargaba con heridas no resueltas: miedos al rechazo que me hacían reaccionar a la defensiva ante la mínima crítica. Y no tenía ni idea de cómo ordenar mi cabeza. Era sumamente frustrante.
En mi camino, por dicha, entendí que debía reaprender a comunicar y desde la humildad y el coraje, reprogramar viejos patrones. Decidí cambiar. Entonces me obligué a tener conversaciones difíciles con personas importantes en mi vida— como mi familia y mis colaboradores. Practiqué el silencio en una discusión hasta que la otra persona terminara sus ideas, por más ansioso que estuviera por responder. Aprendí a poner atención plena: dejar el celular a un lado en la cena familiar, mirar a los ojos, hacer preguntas en vez actuar desde mis juicios. Al principio no fue fácil pero poco a poco noté los cambios y estos reforzaron mis nuevos comportamientos. Mis vínculos comenzaron a sanarse. Las conversaciones que antes eran tensas se volvieron más fluidas. Descubrí el poder transformador de la comunicación humana.
Tanto me apasionó este hallazgo que nació en mí un propósito nuevo: ayudar a otras personas, especialmente líderes, a comunicarse mejor para liderar mejor. Y con esto tener un efecto multiplicador en el mundo. Luego de más de 10 años de haber atendido mi llamado, estoy orgulloso de haber creado un modelo de liderazgo basado en la comunicación, que hoy es el regalo que tengo para el mundo.
Liderazgo en Comunicación Humana
En la Certificación de Líderes en Comunicación Humana (LCH) enseñamos un modelo de comunicación consciente que ha cambiado la dinámica de muchas personas y equipos. Sus tres pilares – Empatía, Presencia y Claridad – parecen sencillos en teoría, pero practicarlos consistentemente es revolucionario.
He visto cómo jefes autoritarios se volvieron líderes respetados al adoptar la comunicación empática. Cómo parejas al borde de la ruptura renacieron al practicar presencia y escucha mutua. Cómo emprendedores redujeron errores y reprocesos simplemente mejorando la claridad de instrucciones a sus equipos. Comunicar con empatía, presencia y claridad tiene un efecto que eleva la confianza, mejora la colaboración y crea un ambiente donde todos se sienten valorados.
Durante la certificación, cada participante pasa por procesos vivenciales: retos integrativos, dinámicas grupales, feedback personalizado y mentoría uno a uno. Es un entrenamiento integral de habilidades comunicativas, emocionales y de liderazgo.
Transformá tu vida: invitación a la Certificación LCH
Si llegaste hasta aquí, es porque intuís el enorme poder de la comunicación humana. Ahora, te hago una invitación muy personal: animate a dar el siguiente paso. La Certificación: Líderes en Comunicación Humana (LCH) es un programa único diseñado para quienes –como vos– buscan crecer en lo profesional y a la vez enriquecer su vida personal a través de relaciones más positivas.
En 3 meses descubrirás el poder de la comunicación para vivir la vida que querés vivir en lo profesional y lo personal. Siendo capaz de construir acuerdos y solucionar conflictos de forma efectiva y consistente.
¿Cuáles son los beneficios concretos? Los graduados de LCH salen con una transformación tangible. Aprenden a manejar conversaciones difíciles con confianza, a motivar e inspirar a otros con sus palabras, a resolver conflictos desde la colaboración y no desde la confrontación, y a construir relaciones sólidas basadas en la confianza. A nivel personal, nuestros participantes suelen experimentar un antes y un después en su forma de vincularse: reprograman patrones tóxicos de comunicación, establecen límites sanos y expresan sus necesidades afectivas con claridad, lo que redunda en relaciones familiares y de pareja más armoniosas.
En un mundo tan ruidoso, quienes logran comunicarse desde la autenticidad se destacan.
Te invitamos de corazón a conocer más detalles y sumarte a la próxima generación. Podés encontrar toda la información en nuestra página web.
Jorge
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Sobre Estrés Silencioso: El Antídoto Estoico para Detenerse en un Mundo que No Para.
“No actúes como si fueras a vivir diez mil años; la muerte te ronda. Mientras vivís, mientras está en tu poder, sé una buena persona”. —Marco Aurelio Esta no es una reflexión sobre la muerte, sino sobre la vida. Recordar nuestra brevedad es la herramienta más poderosa para disolver el drama y enfocar lo esencial. Marco Aurelio sabía que la mayor parte de nuestras ocupaciones son banales. Esta era la invitación para sí mismo de eliminar actos y pensamientos innecesarios para hacer espacio a una vida buena.
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El Poder de la Comunicación Humana
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Volverte Imprescindible: Cómo la Comunicación Potencia tu Éxito Profesional
Imaginá que mañana entrás a tu reunión semanal y, es una sesión increíble en la que tu equipo entiende la meta, cada quien se apropia de su parte, aporta ideas y las objeciones no solo se resuelven con respeto y rapidez sino que suman creatividad y energía a la misión. La verdad es que esa escena, que parece solo un sueño, no es fruto del carisma, sino de habilidades de comunicación entrenadas con intención. En los últimos cinco años, la ciencia y los grandes de la consultoría coincidieron en algo poderoso: quien se comunica mejor, progresa más y vive mejor. Hoy quiero compartir con vos algunos hallazgos para que tomés consciencia del valor estratégico —y profundamente humano— de la comunicación como herramienta para hacer que las cosas sucedan asegurando el éxito en tu vida.
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