Comunicacion
"Formular una opinión no es escuchar. Tampoco lo es preparar una respuesta, defender nuestra postura o atacar la de otra persona. Escuchar con impaciencia equivale a no oír nada en absoluto." -Rick Rubin
La comunicación es el arte de “poner en común”, es decir, crear un terreno donde dos realidades distintas puedan encontrarse para llegar a acuerdos. Cuando la conversación se torna incómoda —porque hay intereses, emociones u opiniones en juego— ese arte se pone a prueba.
Te compartiré tres claves como antídotos sencillos, pero poderosos, para cambiar el tono de cualquier intercambio tenso y convertirlo en una oportunidad de conexión genuina. Lo que quiero es que aprendás a darle las señales a tu mente y tu cuerpo para que en lugar de operar desde estados defensivos, encendás tu lógica, razón, creatividad y empatía, ante las conversaciones más difíciles.
Las 3 Claves que transformarán una conversación difícil
1. Nunca busqués “ganar” una conversación
Cada vez que tu meta es imponerte, perdés algo más valioso que el argumento: la conexión.
Imaginá una conversación conflictiva como un nudo: si tirás con fuerza desde tu extremo, el resultado inevitable es que el nudo se apriete. Quien busca “ganar” estira la cuerda, obliga al otro a defenderse y cancela la posibilidad de dialogar para llegar a acuerdos y solucionar malos entendidos.
¿Qué hacer?
Cambiá tu intención. En lugar de “ganar”, proponete entender qué sostiene el desacuerdo. Si necesitás un mantra, repetí: «Vengo a conocer lo que no sé».
Nombrá el conflicto. Una frase tan simple como, “pareciera que estamos atascados, ¿te parece si hablamos sobre qué nos preocupa a cada uno?” afloja la tensión y desplaza la atención del yo al nosotros.
Respirá antes de replicar. Las investigaciones de la Dra. Lisa Feldman Barrett sobre teoría de la emoción muestran que regular tu fisiología —una exhalación larga, por ejemplo— equilibra el sistema nervioso y enciende la corteza prefrontal. Con la mente clara, elige preguntas, no contraataques.
Recordá: No se trata de A o B, sino de lo que podemos construir en conjunto. Y esto suele ser más poderoso de lo que hubiéramos hecho solos por nuestra cuenta.
2. La curiosidad es más valiosa que la sospecha
Cuando tu energía se dirige a probar que la otra persona está equivocada, tu mente filtra datos para confirmar tu tesis(así funciona nuestro cerebro)— a esto la psicología cognitiva lo llama sesgo de confirmación. El diálogo deja de ser exploración y se vuelve interrogatorio, lo cuál es terrible para mantener la calma en la interacción.
Activá la curiosidad estratégica:
Preguntas genuinas, no trampas. Pasá de “¿Por qué hiciste eso?” (acusación) a “¿Cómo hiciste para tomar esa decisión?” (exploración).
Escucha de espejo. Repite en voz alta lo que entendés: “Si te escucho bien, lo que buscás es…” Esto afina tu comprensión y hace que la otra persona se sienta validada— lo que es poderosísimo para flexibilizar su postura.
Tus opiniones como hipótesis Considerá tus propias conclusiones como provisionales. El doctor en filosofía de la mente, Andy Clark, sugiere que actualizamos nuestros modelos internos, si y solo si, detectamos error. Es decir, si no admitís la posibilidad de equivocarte, bloqueás la posibilidad de la actualización. O como lo hubiera dicho el filósofo Epicteto "nadie aprende lo que cree que ya sabe".
La curiosidad desarma la sospecha porque pasa del juicio al descubrimiento. Allí florece la colaboración.
3. Escuchá con empatía más allá de las palabras
El camarógrafo malhumorado, el colega a la defensiva o el conductor lento cargan historias que desconocés. Sacar conclusiones con solo la superficie es obviar que todos cargamos con un mundo interno mucho más complejo que lo que está a simple vista— miedos, deseos, preocupaciones, entendimientos, valores, creencias, sentimientos, emociones, etc.
Practicar la escucha empática implica:
Observar la emoción subyacente. Mirá microexpresiones, tono y lenguaje corporal. Un ceño fruncido puede ser cansancio, no rabia. El simple hecho de que tengás la sensación empática de que hay algo más allá que está sucediendo en la mente del otro, te libera de los estados defensivos o de ataque.
Ofrecer reflejo emocional. En 2007, Matthew D. Lieberman y su equipo publicaron un trabajo muy citado en Psychological Science titulado “Putting Feelings Into Words: Affect Labeling Disrupts Amygdala Activity in Response to Affective Stimuli.” SAGE Journals. Lo que nos dice, básicamente que nombrar una emoción reduce la activación de la amígdala. Esto es fundamental tanto para nosotros mismos, porque al ponerle nombre a nuestra experiencia emocional reorganizamos la forma en que nuestro cerebro opera, pero también lo es para acompañar a la otra persona a nombrar sus emociones. “Noto que algo pasó cuando te dí mi opinión, ¿será que te frustra?; quiero entender tu punto de vista.”
Reconocer el contexto oculto. Preguntate: ¿Qué batalla podría estar teniendo esta persona? Ese enfoque abre la puerta a la compasión y previene reacciones desproporcionadas.
Validar sin necesariamente estar de acuerdo. Validar es decir: “Entiendo que lo vivas así”, no la hipocresía de “comparto tu postura”; Validar es: "wow, no lo había visto de esta manera, me parece interesante", no la reacción opositora de "esto no es así, estás equivocado". El desacuerdo sigue posible; la desconexión, no.
Cuando escuchás más allá de lo dicho, la interacción deja de ser un pleito y se convierte en un espacio seguro para que las personas involucradas tengan mejores recursos para solucionar, construir y llegar a acuerdos.
Guía práctica
Antes de la conversación: Definí tu intención en términos de descubrimiento y no de victoria.
Durante la conversación: Alterná respiraciones conscientes con preguntas abiertas y reflexivas y, una mente curiosa y creativa.
Después de la conversación: Preguntate: ¿Cuál fue el acuerdo al que llegamos? _¿Qué aprendí del otro? ¿Qué aprendí de mí?*
Estas tres claves —renunciar a ganar, cultivar curiosidad y escuchar con empatía— convierten cada conversación difícil en un campo de entrenamiento de liderazgo humano. Aplicalas y notarás cómo cualquier conflicto se transforma en una oportunidad para mejorar tus relaciones y tu experiencia emocional entorno a lo social.
Jorge
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