Filosofía Estoica
Basado en una historia de "How to think like a Roman Emperor" de Donald RobertsonAdaptación y traducción: Jorge F. Chaverri M. Cuando el destino nos coloca frente a una situación en la que nos queda es tomar una decisión, nos corresponde hacer lo que nos hace bien, y no lo que se siente bien— hacer lo que es correcto aún cuando sea lo más difícil. No es fácil, pero para esto nos preparamos.Ya sea para un cambio de hábitos, una relación, un negocio, elegir tus alimentos, usar las redes sociales como distracción, renunciar o no a un trabajo, etc. Lo que está en nuestro poder es hacer lo que sabemos que nos acerca a la vida que queremos vivir. Y esto, sí está en nuestro poder.
La decisión de Hércules
Un día, el joven Hércules iba pasando por un camino en el que se encontró con una bifurcación en la decidió sentarse y contemplar su futuro. No estaba seguro de qué camino tomar.
De repente, se encontró confrontado por dos misteriosos seres. La primera, una mujer hermosa y seductora, vestida con exuberancia. Esta mujer se presentó como, "Eudaimonia"(armonía de espíritu en griego), "como me llaman mis amigos", dijo ella— aunque en realidad era la diosa, Kakía. Kakía le rogó con insistencia a Hércules para que la siguiera. Prometiendo, las experiencias más placenteras, fáciles y cómodas. Le ofreció una vida en opulencia como un atajo a la verdadera felicidad. Ella le dijo que podría vivir como un rey, evitando las incomodidades y disfrutando del lujo más allá de los sueños de la mayoría de los hombres. Todo le sería entregado sin esfuerzo a través del trabajo de otros.
Después de escucharla por un rato, Hércules fue abordado por la segunda diosa, Aretē, una mujer elegante y modesta, con una belleza natural. Para su sorpresa, ella tenía una expresión seria en su rostro. Ella le advirtió por su parte, que el camino que le ofrecía conducía en un dirección muy diferente, pues su camino sería largo, difícil y requeriría de trabajo duro. Con sinceridad le dijo a Hércules que sufriría y que estaría condenado a caminar la tierra en harapos, siendo enfrentado por diferentes obstáculos y adversidades. "Nada realmente bueno y admirable", advirtió Arete, "será concedido por los dioses a un ser humano sin ningún esfuerzo y determinación. Hércules, tu llamado será a ejercer la sabiduría y la justicia para enfrentar la creciente adversidad con valentía y disciplina. Superando grandes obstáculos a través de valientes y honorables hechos", dijo la diosa, "este es el único y verdadero camino hacia la realización".
Hércules eligió el camino heróico de Aretē(Virtud) y no se dejó seducir por Kakía(Vicio). Entonces, armado con un garrote de madera y vestido con la piel del león de Nemea— como símbolo de una forma de vida más primitiva y natural—caminó por todos lados, como si el mundo entero fuera su hogar. Los dioses lo obligaron a emprender los legendarios "Doce Trabajos", incluyendo matar a la Hidra de Lerna y finalmente entrar en el Hades— el mismo inframundo— para capturar al perro Cerbero con sus propias manos. Hércules murió en extrema agonía, traicionado y envenenado. Sin embargo, Zeus estaba tan impresionado por la mortal grandeza de su hijo que le concedió una apoteosis— la elevación al estatus de dios por mérito propio.
No es de extrañarse que los Estoicos y hasta Diógenes de Sinope, utilizaran como modelo al personaje de Hércules. El mismo Sócrates resaltaba con inspiración la decisión de Hércules como modelo de la vida buena.
Los seres humanos nos vemos tentados por diferentes estímulos que de primera entrada parecen atractivos, pero nuestra mente racional reconoce que están lejos de ser los más virtuosos. "La Resistencia" como dice Steven Pressfield, se disfraza de diferentes formas para alejarnos de nuestro genio interior.
Como Hércules, ante una decisión, el llamado está en dirección a la aventura. Porque la naturaleza no le regala a nadie la virtud, sino que ésta se logra con esfuerzo y determinación.
Jorge
Aug 21, 2023
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Filosofía Estoica
Amar el Destino: La Práctica Diaria de la Aceptación
Aprender a soltar y dejar de rechazar lo que es, es la clave para construir todo lo que queremos. La aceptación no es pasividad: es un reconocimiento lúcido de la realidad, despojada de juicios y expectativas. Solo cuando dejamos de resistir, encontramos espacio para transformarla. Vivimos en una cultura obsesionada con el control. Queremos que los planes, las personas y los resultados se ajusten a nuestra voluntad. Pero la vida se encarga de recordarnos que hay muy poco bajo nuestro dominio. Aceptar, para mí, no es rendirse, es comprender. Es reconocer la realidad sin las capas de opinión y sin la fantasía del control. He tenido que practicarlo muchas veces: en los negocios, cuando las cosas no salen como quiero, y en mi vida personal, cuando debo aceptar que hay aspectos que simplemente no van a cambiar. En esos momentos, la aceptación me ayuda a enfocar mi energía en lo que sí puedo influir, en lugar de quedarme atrapado en lo que no depende de mí.
Mentalidad
El Antídoto contra el Autosabotaje
Todos hemos estado ahí. Estamos a punto de dar un paso importante y, de repente, una voz interna comienza a susurrar todas las razones por las que no deberíamos hacerlo. El autosabotaje nos quita el impulso justo cuando más lo necesitamos. Lo peor es que aveces se disfraza de sensatez. Te dice cosas como "no estás listo", "tal vez no es el momento", "hay gente más preparada". Su tono es tan convincente que parece lógico detenerte. Pero detrás de esa supuesta prudencia, lo que realmente ocurre es que te estás limitando de hacer lo que realmente querés hacer. Estos pensamientos te roban confianza con dudas se repiten en silencio. Lo que comienza como un simple "mejor lo hago mañana", termina convirtiéndose en un hábito que posterga, que duda, que se queda observando mientras otros avanzan.
Comunicacion
Tus Marcos Mentales Importan Más Que Tus Palabras
Antes de aprender a comunicar, hay que mirar hacia adentro. Vivimos obsesionados con las técnicas. Queremos fórmulas para hablar mejor, scripts para negociar, "el paso a paso" para dar feedback. Pero rara vez nos detenemos en lo esencial: nuestro comportamiento no nace de las herramientas que usamos, sino del mundo interno desde donde las aplicamos. Los entendimientos que llevamos al contexto, las palabras que utilizamos para expresarnos, los significados que asignamos a esas palabras, las expectativas que tenemos, las historias que nos contamos, las vivencias pasadas que nos generan predicciones, etc. Cada vez que hablamos, negociamos o incluso guardamos silencio, estamos expresando algo más profundo que el simple comportamiento—primero pensamos, luego sentimos, y finalmente actuamos. Y en el origen de esa cadena están nuestros marcos de pensamiento, esas lentes invisibles que determinan cómo interpretamos la realidad.
Adquiera conocimiento













